Monday, March 24, 2008

 

LIBROS Y VIAJES

El otro día alguien me explico que unos tipos estaban haciendo un recorrido por la Alcarria siguiendo los mismos pasos que C. J. Cela dio para escribir su legendario libro de viajes: “Viaje a la Alcarria”. Como guía, supongo, llevaran la edición de Austral, que pasa por ser la más completa. Claro que estos nuevos viajeros seguro que echaran en falta los personajes que pueblan el libro y las extraordinarias y, a veces, surrealistas conversaciones que mantienen con el autor. Cela, muchos años después, también volvió hacer el camino pero ya no como un vagabundo sinó como una suerte de burgués capitalista que viajaba en un Rolls Royce conducido por una choferesa negra. El planteamiento es como mínimo y, despreciando otras críticas menos evidentes: racista, misógino y pueblerino. Que le vamos hacer, segundas partes nunca fueron buenas. La primera es extraordinaria y muy recomendable.
Cesare Fiumi, el día que cumplía cuarenta años, inicio un viaje por Estados Unidos, recorriendo las mismas Carreteras que Kerouac en su novela “En el camino”. Aquel año (1997) también la obra cumplía cuarenta años de su publicación. Lo cuenta en su libro: “Otra vez en la carretera”.
El escritor y viajero inglés William Dalrymple, fue tras la senda de Marco Polo en un recorrido de miles de kilómetros a través de Asia que, probablemente, no se había hecho nunca más desde Polo. Hay que tener en cuenta que desde Venecia a Xanadú, el antiguo palacio de Kublai Kan en la estepa de Mongolia, el viajero veneciano pasó por sitios como: Irán, Afganistán, Pakistán… lugares que han estado en conflicto permanente y que son poco recomendables para el turismo y el viaje. El escritor inglés siguió la senda del veneciano con la única guía de los de viajes de Marco Polo: “Libro de las cosas maravillosas del Oriente” y que, él, explicó en su obra: “Tras los pasos de Marco Polo”
El, injustamente, muy olvidado escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, inicio una vuelta al mundo en 1923, en la que empleó seis meses y que describió maravillosamente bien en su libro: “La vuelta al mundo de un novelista”.
Para mí el viaje más literario y el más soñado es el que hizo el frio y metódico gentleman inglés Phileas Fogg alrededor del mundo en 80 días, tal y como lo describió Julio Verne en su novela. Ya sabéis, partió desde Londres, desde la sede del Reform Club situado en el número 104 de la calle Pall Mall al que se dirigía cada mañana caminando desde su residencia en Saville Row para leer el Morning Chonicle y jugar al whist. El periodista Manuel Leguineche lo hizo siguiendo los pasos y utilizando los mismos transportes que Fogg, es decir viajando por tierra y mar únicamente, aunque en la película (la de David Niven y Cantinflas) hacían una pequeña concesión a otra de las novelas de Verne: “Cinco semanas en globo” y cogen uno que les llevaba a una España muy made en Hollywood. Bien, Leguineche, lamentablemente, falló en su intento y titulo su libro: “La vuelta al mundo en 81 días” que fue lo que tardo.
Si tuviera que escoger cual hacer, no tendría ninguna duda, sería este último; quizás con la secreta esperanza de salvar a una princesa hindú y de ganar, al final del viaje, todo el dinero de la apuesta. Pero creo que por el momento me quedaré con una hazaña más sencilla, quizás también más entrañable. Ha caído en mis manos una preciosa edición del libro de viajes de C. J. Cela: “Del Miño al Bidasoa”. La edición es la tercera de 1961, la de la editorial Noguer con unos extraordinarios dibujos de Pedro Bueno. La leeré atentamente y miraré de conseguir algún compañero de viaje para hacer el camino más llevadero.

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