Sunday, June 10, 2007

 

HALIBUT

-¿Pero a ti quien te ha hablado de eso?
-La tía del Eismann... Me llama para el pedido de los congelados y yo le voy diciendo pues: merluza, calamares, verdura, algún helado, carne, pollo...
-Sí, claro, las cosas normales.
-Bueno, pues cada vez que yo me paro en mi lista de la compra, la tía me mete el rollo: “¿Quieres también halibut?”. Yo siempre le pregunto que es eso y ella me contesta: “Pues un pescado blanco, muy bueno... va muy bien para la salud...”
-Bueno, eso es que ella tendrá comisión por venderte el bicho ese.
-Supongo, lo cierto es que siempre me acaba colocando el dichoso pescado.
-Pues fíjate tú, yo siempre había creído que eso era una pomada.
-¿A sí? ¿Y para qué es la pomada esa?
-Yo que sé, será para la cara, para que te quede el careto más bonito y más suave.
-A pues esta bien eso, quizás yo también me la compre y así pondré más guapo.
El camarero se acercó a nuestra mesa no arregló el parasol para que los rayos del atardecer no nos calentaran la cabeza. Le pedimos dos wisquis más y una botella de Perrier. Nos sirvió la bebida en dos vasos anchos y cortos que estaban llenos de cubitos de hielo que crepitó cuando le añadimos el agua... una mínima expresión de agua con gas, para no desvirtuar mucho el sabor del malta. Estuvimos en silencio durante un rato en el que vimos pasar por delante de nuestras narices a tres o cuatro mujeres de muy buen ver, a las que el calor del verano había aligerado, extraordinariamente, de ropa.
-Oye y que lío es ese de que te han hecho delegado del golf.
-Pues sí tío, ya ves. Me han metido un marrón tremendo.
-Pues sí que es un marrón sí... Con lo bien que estas tú aquí en el bar tomándote unos wisquitos y viendo pasar a las tías, tan felizmente.
-Es que eso es lo malo. Me vengo al bar me inflo a copas y al primer imbecil que viene por aquí a proponerme algo le digo que sí. Lo hago para que no me dé la paliza pero así ya me han pillado...
-Sí, en eso llevas razón... Te buscan trabajo.
-Sí... Oye y el pescado ese qué: ¿Esta bueno?
-¡Ah! ¿Yo que sé?
-¿Pero no dices que la chavala del Eismann te lo envía cada vez que le haces un pedido?
-Sí. Pero yo lo cojo y lo meto en un cajón del congelador y lo dejó ahí.
-Pero es que al final no te va a caber, vas a llenar el cajón.
-Bueno, de momento lo voy apretando para que me quepa... y después ya veremos lo que hago.
-Ya, ¿pero también podías probarlo, no?
-Pero yo como voy a comerme el bicho ese si no sé ni lo que es.
-Para experimentar cosas nuevas...
-Sí, eso sí, pero es que me enterado que es una crema para la cara...
-Claro, y ahora que caigo quizás sea la misma cosa... Es decir que trituran el pescado para hacer crema.
-Claro, eso debe ser... ¿Tú sabes si la crema esa también es blanca?El camarero volvió, otra vez, a rectificar la inclinación del parasol. Trajo más vasos con wisqui y el hielo volvió a crepitar al entrar en contacto con el agua.

Monday, June 04, 2007

 

ALGUNAS SOLEDADES

Lo cierto es que apenas lo conocía, quizás lo había saludado un par de veces, pero nunca habíamos tenido una conversación. Yo estaba sentado en la barra del bar esperando a mi amigo Antonio Madri y aquel tipo se colocó a mi lado. Estaba nervioso y murmuraba entre dientes palabras ininteligibles. Una suave capa de sudor hacía que su frente brillara. Lo observé con más detenimiento y me di cuenta que su ropa estaba bastante arrugada y no se había afeitado en varios días. Aquel tipo me estaba poniendo nervioso, no paraba quieto.
-¿Qué té pasa hombre, te veo muy agitado? -Le dije
-Nada... es que estoy muy preocupado.
-¿Y eso?
-Pues oye que mi padre ha desaparecido, hace tres días que no aparece por casa... que se ha fugado, el tío.
-Pero como fugado... ¿cuántos años tiene?
-Ochenta y dos.
-Ya, esas personas mayores a veces se desorientan, ya sabes el Alzheimer y todo eso. ¿Tú ya has ido a la policía?
-Sí, hoy. Me han dicho que no tienen ninguna constancia de que lo hayan recogido en ningún sitio... ni muerto ni vivo.
-Bueno, entonces esa no es mala señal, quizás está con alguien...
-No sé, a lo mejor si...
-Vamos a ser positivos, a lo mejor se ha encontrado con alguna novia y se ha ido con ella -le dije intentando desdramatizar el asunto.
-Pues no te extrañe, mi viejo siempre ha sido muy guerrero.
Aquel tipo se bebió de golpe el resto de la cerveza que le quedaba en el vaso me dijo adiós precipitadamente y se marchó. Al salir se cruzó con mi amigo Antonio y se saludaron.
-¿Tú conoces al hombre ese? -Le dije sin darle tiempo a sentarse.
-Claro, es mi vecino...
-Pues el pobre tío esta fastidiado, su padre ha desaparecido, se ha ido...
-Pero que se va a ir, si el pobre viejo está hecho polvo.
-Tú, que dice que hace tres días que no esta en su casa...
-¡Na! Eso es que no lo ve, el viejo se habrá caído por ahí, este es un borracho y por eso no lo encuentra.
-Pero... Antonio, quieres dejar de decir tonterías, cómo no lo va a encontrar en su casa... Que pasa ¿qué viven Buckingham Palace, o qué?
-No, su piso es como el mío, pero este va siempre ciego con el vino. Viven los dos solos hace mucho tiempo, desde que la madre se murió. Va un desastre... Bueno oye olvídate del tío ese y vamos a hablar de lo nuestro...
Durante unos segundos no escuché nada de lo que Antonio me decía, mi mente vagaba por las habitaciones de su casa, un piso grande y soleado del Eixample barcelonés, sin entender donde se podía caer uno para no ser visto.
Pasaron tres o cuatro semanas antes de que volviera quedar con Antonio Madri en el bar que esta cerca de su casa. Aquella tarde nos sentamos en la terraza, hacia un día muy apacible y el sol suave y benigno de la primavera nos alegraba la conversación. El tipo aquel que había perdido a su padre pasó caminando con las manos en los bolsillos y nos saludo al llegar a nuestra altura.
-Oye Antonio ¿el padre del tío este ya ha aparecido? -Le dije cuando el hombre ya no nos podía oír.
-Sí, el pobrecito, estaba muerto, ya hace muchos días que lo enterraron.
-Ya, pero... ¿Dónde estaba?
-Pues en su casa... ¿Dónde iba estar?
-Pero vamos a ver, ¿cómo en su casa?
-Sí, en su habitación. Se había caído y estaba entre la cama y la mesita de noche. Probablemente no se pudo levantar y se murió ahí.
-¿Y el tonto este cómo es que no lo encontraba?
-Este no lo podía encontrar, era imposible. Lo buscaba por todo el piso iba a la habitación del pobre hombre abría la puerta y no veía nada. El padre se había caído por el otro lado de la cama y el borrico este nunca entraba a la habitación, miraba solo desde la puerta.
-Pero... me dejas de una pieza esto es...
-Va, esto es lo que es... la vida y punto... Pero deja ya el rollo ese y dime que hacemos con lo nuestro. ¿Les hacemos una oferta o qué?Me quedé mirando hacia la calle, en aquel momento no pasaba ni un solo coche y el único ruido que notaba eran las palabras de Antonio, nunca había visto aquella esquina tan solitaria.

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