Sunday, February 17, 2008

 

LIBROS Y CAVA

Sábado:
Nos hemos desviado por una carretera muy estrecha. Contemplamos, a ambos lados, las cepas podadas y la tierra labrada. Ese paisaje siempre me sorprende quizás porque no soy capaz de imaginarme las cepas verdes y llenas de uvas. Ahora solo parecen tristes arbustos muertos plantados en la tierra marrón, sin ninguna posibilidad de rebrotar. En total son cuatro coches, nos seguimos hasta llegar al aparcamiento de la bodega. Hay un “dos caballos” aparcado, después M. y yo nos hacemos fotos junto a él. Nos recibe un hombre delgado, parece muy mayor, quizás no lo sea tanto, tiene el pelo blanco y el rostro muy marcado por profundas arrugas. Nos saluda a todos, uno por uno, estrechándonos su mano huesuda y fuerte. Sonríe y nos agradece que hayamos ido.
-Sí, ahora esta cerrada la bodega pero la podéis ver igual -nos dice en castellano con un intenso acento catalán.
Mientras una chica morena, enérgica y seria nos baja en un ascensor hasta la bodega, en las profundidades de la tierra, y nos conduce por el silencio y la semi-oscuridad de los pasillos en los que miles de botellas verdes descansan acostadas esperando su momento, alguien me explica que, donde ahora hay viñas, en la guerra civil había un campo de aterrizaje militar.
Comemos alcachofas a la brasa (Manel se empeña en que son al horno), xató, carne a la piedra y por supuesto mucho cava.
Nos alejábamos de Sant Sadurni con la sensación de que nos faltaba alguna cosa y quizás sea que la novia de Rafa, finalmente, no pudo venir.
Por la noche vamos al cine M. y yo. “No es país para viejos”, creo que los hermanos Cohen cada vez están más plastas. Sobran discursos y falta ritmo, pero no está mal.
DOMINGO:
Como siempre me levanto muy temprano. En el Mercado de San Antonio, cuando yo llego, todavía no están montadas todas las paradas. Por eso me gusta ir temprano, no hay mucha gente. He comprado: “Flashman el libertador” de MacDonald Fraser, debe ser el tercero o cuarto de la serie, hay doce en total. Y “Diario de guerra” de Simone de Beauvoir, me gustan los diarios. Esta semana he visto una fotografía en la que Simone, desnuda, enseña el culo en la habitación de un hotel, me gusta la foto. Leí en algún sitio que Sartre, el sempiterno novio de Beauvoir, se había meado en la tumba de Chateaubriand y desde entonces lo he odiado.
En la tertulia del bar Amigó, con el cardiólogo y el cirujano solo hemos hablado de cocina y libros, me alegro de haber obviado la política. Estoy en casa sentado en el sofá orejero al lado de la ventana, empieza a anochecer, tengo entre las manos un libro de Wodehouse lo abro y empiezo a leer: “Jeeves colocó los huevos con jamón, recién sacados del fuego, sobre la mesa del desayuno...” después creo que me he dormido.

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