Sunday, August 26, 2007

 

LOS LIMITES DE LA POBREZA

Hace unos días leí una frase en una novela de Colin Harrison Las cenizas del día que me creo un desasosiego difícil de explicar. Hablaba sobre un hombre jubilado que tenia poco dinero y que: “...tenía que comer macarrones sin marca”. Por alguna razón que no llego a entender esa frase me golpeó creándome un miedo inexplicable. Porque, claro, sí lo pensamos bien comer macarrones sin marca quizás no sea un drama, quizás el drama estaría, para algunas personas, en no poder comerlos. Porque al fin la mayor pobreza, la pobreza absoluta consiste en no poder comer y no tanto en comer mejor o peor. Esta mañana mientras estaba en la piscina del club, tumbado debajo de mi pino preferido y leyendo un divertido e interesante libro de Julian Barnes El perfeccionista en la cocina comprendí que, si eres ingles, siempre vas a comer mal sea tu condición social y económica la que sea. Barnes habla de sus experiencias con la cocina y da alguna receta, no es de todas formas un libro de cocina si no de cómo el autor se comporta ante ella, “tomates à la crème”, es una de ellas y la descripción de cómo se elabora el plato es la siguiente: “Coger seis tomates, partirlos por la mitad, derretir un trozo de mantequilla; poner las mitades de los tomates en una sartén, boca a bajo, pincharlos, darles la vuelta (para que suelten jugo), darles la vuelta otra vez, añadir 80 gramos de nata para montar; mezclar, dejar que hierva y servir”. Comer esto es una guarrada seas rico o pobre; la verdad es que, excepto en lo referente a la gastronomía, soy bastante anglófilo y me caen muy bien los británicos y sus cosas, siempre que no entren en la cocina.
Ayer leí en algún periódico, no recuerdo cual, los leo en internet, unos varemos de lo que se consideraba el umbral de la pobreza en Cataluña y era contar con unos ingresos en torno a los 650 euros mensuales. Creo que uno de cada seis catalanes cumplía con esta premisa, y en su mayoría el perfil correspondía a una mujer, mayor de sesenta y cinco años, jubilada y viuda. A esta noticia había varios comentarios y uno de ellos me gusto especialmente. Era de un hombre, jubilado, que vivía solo y que ganaba esa cantidad de dinero al mes. Su reflexión era que él tenía, en este momento, un piso de propiedad, un coche que no estaba mal y, sobre todo, que nunca se había considerado pobre, y es que todo es relativo.
En una memorias de José Luis de Vilallonga, este, describía el día en el que su padre le había confesado que estaba arruinado, el problema era que ya no podía vivir de los réditos y tenía que ir gastando el capital. También recuerdo una historia que salió en algún periódico económico cuando el crac de las punto com. Era un tipo que vivía en San Francisco y estaba a punto de jubilarse; había invertido todos sus ahorros en rentabilisimos aunque arriesgados planes de pensiones que estaba a punto de recuperar. Este hombre era un gran aficionado al golf y pensaba dedicar el resto de su vida a practicarlo. Una mañana se levantó y se dio cuenta que su capital estaba tan mermado que sus proyectos futuros se habían ido al traste y lo único que podía hacer era, y para estar lo más cerca posible de su proyecto vital, hacer de caddy en el mismo club en el que calculaba disfrutar de extraordinarias jornadas de golf y martinis. Quizás para James Bond el colmo de la pobreza sería no poder conducir su Aston Martín una vez jubilado, no sé.
Ayer, mientras comíamos, en los jardines de un castillo medieval propiedad de unos amigos, nada más alejado del concepto pobreza, tuve una muy interesante conversación con una profesora de música y pianista que, años atrás, había trabajado, junto con su marido, como músicos en la compañía de Antonio Gades. Como es lógico, viajaban frecuentemente al extranjero y comían en los más diversos restaurantes del mundo. La compañía estaba formada por bailarines, palmeros, cantaores... grandes artistas y gente con un nivel de vida suficientemente alto para no considerarse pobres. Me explicaba Anna, así se llama la señora, que a la hora de pedir la comida el grito de muchos de ellos era:
-Nuzotros comeros lo mismo que pidan los maeztros -refiriéndose a la pianista y su marido.
Y es que quizás una de las pobrezas más absolutas sea no saber que hacer con el dinero que tienes o vivir miserablemente siendo rico.
Yo, que soy pobre desde que era pequeño y que no he sido capaz de variar esta condición a lo largo de todos estos años aunque he procurado vivir siempre con la osadía y la displicencia de los inmensamente ricos me apunto al terror absoluto que representan los macarrones sin marca en la vejez y, en la medida de lo posible, voy a procurar evitarlo.
Recuerdo unas palabras que dijo en una entrevista el escritor Felipe Alfau cuando vivía en un asilo de Nueva York y acababa de cumplir los 90 años.
-¿Qué es lo peor de la vida? -La pobreza, porque envilece, emputece y enfurece.

Wednesday, August 15, 2007

 

MEMORIAS DE VERANO

Berlín
El invierno más frío de mi vida fue un verano en Berlín. Esta frase es de Jack London, la dijo refiriéndose a San Francisco y la verdad es que también es cierto. Pero lo de Berlín fue extraordinario: lluvia, frío, viento... en fin: invierno en pleno verano. Siempre resulta sorprendente ver como una ciudad que hace “dos días” estaba absolutamente destruida florece maravillosamente bien y a pesar de las múltiples obras que entorpecen sus calles es una espléndida urbe. También fue una grata sorpresa lo bien que se come: La currywurst (salchicha, inventada en la posguerra en un puesto callejero por Hedwig Mueller) que se sirve con patatas fritas, curry picante y tomates, el berliner leber (hígado de cerdo o vaca servido con patatas, manzana caramelizada y cebolla frita), que comimos en AM Kudamm de Kurfürstendamm 225; el schnitzel con puré de pata rebozado que, nos sirvieron en uno de los bares del hotel Westin Grand al que fuimos siguiendo los acertados consejos del Dr. Salazar. Este medico, ya jubilado, ha estado en todos los países y ciudades del mundo, al menos cada vez que le menciono alguna el siempre me explica en que sitios comer y que museos visitar. También es el inventor de un cóctel muy agradable que se llama “Dogi”, pero esa es otra historia.
El Pergamo museo es la cosa más increíble que he visto nunca y la colección de antigüedades griegas y romanas, empezando por el altar de Pergamo, son extraordinarias. Otro de los imprescindibles es el Deutsches Historisches. En la sala donde están los objetos de los últimos cincuenta años y junto con algunos recuerdos tétricos del nazismo hay, en una vitrina, una escultura con la cabeza de Franco que los alemanes unen a todo aquella panda: Hitler, Mussolini... La ciudad esta impregnada del recuerdo del muro por todas partes: un museo en el que se recogen documentos y objetos de lo más variado como un par de maletas en las que se escapó, de la RDA, una mujer. Coches con dobles fondos en los que encajaban hombres bastante grandes... Y muchos trozos de muro en varios puntos de su recorrido, souvenirs de todo tipo incluidos las reproducciones del famoso coche Trabant. El Checkpoint Charlie que siempre asocio con John Le Carré y sus sofisticadas historia de espías está reconstruido tal y como era incluidos los sacos de arena detrás de los cuales vieron aparecer, los soldados americanos los tanques rusos en 1961. Los letreros, escritos en varios idiomas, avisan de la situación en la que te encuentras: “You are leaving the american sector”.
No sé muy bien porqué, pero todas las veces que paseamos por Potsdamer platz, contemplando su moderna y fría arquitectura no era capaz de sacarme de la cabeza la atmósfera de “Metrópolis”, la película de Fritz Lang. Una noche mientras tomábamos cerveza (bebimos en este viaje más litros de cerveza, Berliner Pilsner, que nunca en nuestras vidas) en una de las terrazas que están dentro de la cúpula del Sony Center escuchamos un alarido salvaje y extraño seguido de un golpe seco. Delante de nosotros cayó un pájaro grande y negro que se había estrellado, inexplicablemente, contra la bóveda de cristal. El bicho fue victima de la eficiencia alemana y en pocos minutos fue recogido de allí por unos diligentes hombres con monos azules, privando a un grupo de turistas de su voracidad fotográfica, que sabe dios a quien le iban a enseñar la foto de un pájaro negro, feo y muerto.
Con Alexander platz el efecto siempre era más turbador, si cabe, y la contemplación de aquel entorno y del variado grupo de personas de todas las razas que merodeaban por ella a cualquier hora siempre me traía a la cabeza las imagines de Blade Runner, la película cyberpunk que dirigió Ridley Scott. Aunque siempre me ha gustado más el titulo de la novela de Philip K. Dick en la que esta basada: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”
Recorrimos muchas calles buscando un árbol, un platanero, que lo plantaron para la boda de Federico III, hace ciento sesenta años y ahí sigue, aguantando bombas, lluvias y fríos sin alterarse.
Tenía mucho interés ver zapaterías por una curiosa impresión de mi infancia. Mi tío Ángel trabajó durante muchos años en Alemania, creo que Bonn o Frankfurt, no estoy seguro. Venía todos los veranos a mi pueblo con unos coches grandísimos y unos zapatos asombrosamente feos. Yo siempre le miraba sus zapatones y él, invariablemente, siempre me hacía el mismo comentario:
-¿Qué, te gustan estos zapatos? Son muy buenos, alemanes, como vas a comparar.
Descubrí que el fallo de la zapatería no estaba en Alemania si no en el gusto de mi Tío Ángel. Me llamó por teléfono mientras estaba allí y me recomendó visitar, sin falta, la puerta de Brandeburgo, le hice caso varias veces.
Quizás le tendría que haber dicho a mi tío que el extranjero ya no es lo que era y me refiero a una conversación que escuche en uno de los túneles del metro, en la estación Nollendorf plaz. Era un tipo bajito y con cara de cabreado que vociferaba a su teléfono móvil:
-Que sus lo tengo dicho coño, que el encofrado me lo estáis haciendo mu malamente, que así vamo a perder tos los clientes...
Era como si no nos hubiéramos movido de España.
Me sorprendió lo extremadamente amables que son y los tremendos esfuerzos que todo los berlineses hacen por ayudarte y entenderte y con esa imagen agradable y reconfortante me quedo.

Lugo
El frió también era de calidad, vaya verano estoy pasando, pero por lo menos no llovía. Lugo estaba como siempre aunque más romana que nunca con exposiciones y nuevas excavaciones de lo que fue el Lucus Augusti de la Hispania Romana. Por lo demás nada nuevo, yo no he visto nunca una ciudad que se mueva con tanta lentitud, por mí que siga así, es lo que más aprecio de ella.
En un quiosco de prensa que debía hacer muchos años que estaba cerrado vi, a través de un cristal grasiento, una revista que permanecía milagrosamente colgada de una pinza a la que el sol le había sacado todo su brillo, el anuncio de la muerte de Michi Panero de la que yo me enteraba en aquel momento, creo que la revista era del 2004. Recordé lo mucho que me había impresionado, en su momento, el “Desencanto” la película de Chavarri. Muchos años más tarde la volví a ver y la crueldad del tiempo y alguna vivencia convirtió la película de los hermanos Panero y su madre Felicidad Blanc, en la historia de unos pueblerinos que querían matar al “Padre”, físicamente ya muerto muchos años antes.

Barcelona (Poble Sec)
Esta noche tenemos una cena con los amigos del barrio, la haremos en la terraza de un bar que se llama Jon-Mai, está en la plaza del Surtidor. Durante mucho tiempo pensé que el nombre del local era vasco, hasta que José Luis, el dueño, me explico la historia:
-Pero que vasco ni que na. No hombre eso es por mis hijos. Uno se llama Johnny y el otro Maikel de ahí el nombre: Jon-Mai, lo que pasa es que ahora tengo un problema y quizás le tenga que cambiar el letrero.
-¿Y eso?
-Pues na, es que he tenido otro hijo, una niña...
-Ya, ¿y cómo se llama?
-Melani.
-Vaya...
-Sí, aunque lo que puedo hacer es ponerle Jon-Mai-Mel, pero es muy largo ¿no?
-Sí, quizás sí.
Estaremos los de la peña de los sábados con mujeres y novias incluidas, será divertido. Me llamó mi amigo Rafa García para quedar en la hora.
-Bueno, ya sabes, esta noche, sobre las nueve y medía más o menos...
-Vale Rafa, lo que tú digas... Oye... ¿y quien vendrá?
-Ya sabes Toni, Manel, Ángel, David, Marta... Bueno toda “la puta jet set del Poble Sec”.
La verdad es que como nombre que define un grupo no esta mal, otros empezaron peor. El famoso “Rat Pack” que componían Sinatra, Sammy Davis, Dean Martín, Peter Lawford y Joey Bishop dicen que se lo puso Shirley MacLein una noche en Las Vegas. Parece que los vio salir de un casino a altas horas de la madrugada con una borrachera indecente y les dijo que parecían eso: “Un atajo de ratas”
También me he enterado que el valiente Albert Martín, ya esta en casa y con muchas ganas de dar guerra. Su padre lleva dos noches sin dormir y creo que su madre lleva dos noches vigilando a su padre, a ver si lo hace bien con los biberones, los pañales... Hay que seguir aprovechando estos días porque después llegará septiembre y vuelta a empezar: y otra vez el día de la marmota, y otra vez el día de la marmota, y otra vez el día de la marmota...

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