Saturday, November 11, 2006
LA VIDA SIGUE IGUAL
Ya lo dijo Lampedusa: Hay que hacer que todo cambie para que todo siga igual. De algún modo eso esta bien, al fin, a casi todos nos gusta hacer siempre las mismas cosas. Pues, como dice un amigo madrileño, correctamente; ahí tenemos el tripartito de nuevo para que no haya ningún cambio. Volveremos a las encuestas bien pagadas, a las cartas con exigencias económicas, a las casas de los barrios pobres derrumbándose, quizás el vicepresidente haga algún viaje al extranjero... Y mientras tanto, el señor Mas, en el notario firmando varios documentos muy necesarios para sus gestiones políticas. Ni que decir tiene que los ciudadanos seguiremos pagando las encuestas, los viajes, el notario y un buen sueldo a todos estos golfos que nos gobiernan con mas pena que gloria.
Menos mal que la bolsa esta subiendo como los globos, el invierno todavía no nos ha alcanzado y el Barça no ha perdido sus posibilidades de ganar varios títulos esta temporada.
Creo que lo mejor que podía hacer es marcharme a Estados Unidos, ahora que han ganado los demócratas y que las calles de Nueva York todavía no están congeladas. He hablado con mi jefe por si me quedaban algunos días de vacaciones. Me ha dicho que no y encima ha pillado un mosqueo el tío, que “pa qué las prisas”. He revisado, con optimismo y detenimiento, mis cuentas de “La Caixa” en las que no he encontrado ni un céntimo. El director de mi oficina me ha dicho que no me podía dejar dinero, y que la cosa estaba muy mal. Parece ser que el año pasado le habían dado un préstamo a un tal Montilla y después se lo habían tenido que perdonar con lo cual no quería saber nada de fiar dinero a nadie.Total que, con este panorama, he resuelto quedarme aquí, entre las paredes de mi pequeño despacho, inventando historias de gente mala que roba, traiciona y asesina; para que mi editor y yo nos ganemos la vida. Mientras me distraigo mirando una foto, de la Avenida Roosevelt en Queens, llena de gente que se mueve entre letreros escritos en spanglish, escuchando el ruido del metro que pasa por encima de sus cabezas.
Menos mal que la bolsa esta subiendo como los globos, el invierno todavía no nos ha alcanzado y el Barça no ha perdido sus posibilidades de ganar varios títulos esta temporada.
Creo que lo mejor que podía hacer es marcharme a Estados Unidos, ahora que han ganado los demócratas y que las calles de Nueva York todavía no están congeladas. He hablado con mi jefe por si me quedaban algunos días de vacaciones. Me ha dicho que no y encima ha pillado un mosqueo el tío, que “pa qué las prisas”. He revisado, con optimismo y detenimiento, mis cuentas de “La Caixa” en las que no he encontrado ni un céntimo. El director de mi oficina me ha dicho que no me podía dejar dinero, y que la cosa estaba muy mal. Parece ser que el año pasado le habían dado un préstamo a un tal Montilla y después se lo habían tenido que perdonar con lo cual no quería saber nada de fiar dinero a nadie.Total que, con este panorama, he resuelto quedarme aquí, entre las paredes de mi pequeño despacho, inventando historias de gente mala que roba, traiciona y asesina; para que mi editor y yo nos ganemos la vida. Mientras me distraigo mirando una foto, de la Avenida Roosevelt en Queens, llena de gente que se mueve entre letreros escritos en spanglish, escuchando el ruido del metro que pasa por encima de sus cabezas.
